Buscar este blog

miércoles, 14 de noviembre de 2018

PERDICES ENTRE JARALES

Al llegar al campo a primera hora de la mañana, con el roció de la noche anterior aún vigente sobre el suelo de una umbría de pinares, nos entretenemos en recolectar unos pocos níscalos, es pronto y la idea es llegar al coto con la mañana algo más avanzada y el sol un poco más alto.

La perdiz roja española, ésa de la que ya va quedando muy poca, es la que vamos a intentar cazar hoy en unos terrenos dedicados enteramente a la caza mayor, lo que significa dejar sin cierta presión de caza con armas a estas perdices criadas entre jaras, siendo las variadas cosechas que se siembran para alimento de las reses, las encargadas de mantener una población, no muy abundante, pero eso sí, muy bravas y difíciles de abatir.

Llegado el momento trazamos nuestro plan, yo con Atenea y Luna por las laderas entre el monte y mis compañeros situados estratégicamente en ambos flancos a la par mía, uno cubriendo las zonas querenciosas de escape más bajas en los valles y el otro, en la zona más alta del monte, donde este abandona su frondosidad dejando paso de nuevo a la llanura con sus siembras.

Un barranco tras otro, nos han tenido en jaque, hasta que finalmente hemos podido descolgar una, de los tres bandos que hemos visto hoy. Esquivas como ellas solas, apeonan y apeonan, y cuando se levantan, unas veces largo fuera de tiro volando como obuses de una ladera a otra hacia los valles y otras demasiado cerca entre las jaras, haciendo imposible el disparo para el que las montea.

Otro problema añadido es el cobro, concretamente la perdiz de hoy, si no hubiera sido por Atenea, no la habríamos encontrado, pero la perra haciendo un alarde de finura de nariz, se ha quedado petrificada en una muestra al encontrarla, a pesar de estar muerta.

Exhaustos volvemos al coche donde nos esperan las viandas adquiridas el día anterior, encendemos un buen fuego y preparamos una buena parrilla de carne para reponer fuerzas.

Nadie me podrá privar ya, del recuerdo de esta maña tras las perdices de monte, del olor a jara, del sonido del agua cristalina corriendo por los arroyos, de la fatiga que les ha supuesto el  trabajo a mis perdigueras, que para rematar y a última hora, levantan una corza y la persiguen con ladra incluida.

Viva la caza, saludos para todos.














No hay comentarios:

Publicar un comentario