Día lluvioso el de hoy, aunque no muy desapacible, la lluvia ha caído fina y a intervalos sin viento ni frio, pero al final me ha mojado y aunque no ha sido mucho, si lo suficiente para sentir la humedad en algunas zonas del cuerpo.
A pesar de todo y en cuanto a la caza se refiere, no
se ha dado mal, he visto tres o cuatro conejos pudiendo disparar solo
a uno, aunque sin éxito, las perdices, esquivas como siempre, las he podido ver varias veces pero siempre fuera de tiro. En cierto momento y con el agua
arreciando, pensé que era mejor dar por finalizado el día y volver a casa, ¡cosas
de la caza!!! estas aguantando con el agua haciendo de tripas corazón y cuando
te das la vuelta para irte te salta la oportunidad de la manera más tonta.
Venía con Atenea a unos ciento cincuenta metros por dentro de la raya del monte, cuando ¡para mi sorpresa!!! veo a la bandada de perdices en mi flanco izquierdo y a mi par, por toda la pradera en dirección a un grupo de encinas que haciendo pico se adentraban en la llanura, me adelanto corriendo para anticiparme a ellas y al llegar a las encinas veo a la perra que acelera el paso venteándolas por la derecha, con tan buena suerte que se levantan de frente a mí, Pumm cae la primera y Atenea acude al cobro, Pumm cae la segunda, pero al tocar tierra emprende la carrera herida de ala, voló hacia el llano y he tenido que tirarla bastante lejos, corro tras ella llamando a la perra que venía con la primera perdiz en la boca sin darme tiempo a cogérsela, me adelanta en la carrera al ver la segunda huyendo por todo el pelado, llega hasta ella y soltando la primera la atrapa, con lo cual me encuentro con las dos perdices cobradas en el mismo sitio, aunque cada una volara en direcciones opuestas.
Esta y otras cosas inverosímiles tiene la caza, son las que unidas a nuestra pasión y contadas con tanto entusiasmo a otras personas les puedan parecen increíbles, pero vive Dios que son ciertas.
Saludos y buena caza amigos.