El zorro ha compartido con el lobo la atención de nuestras
gentes populares, pero con una diferencia bien notable: la popularidad del lobo
se sitúa entre el drama y la tragedia; la del zorro entre la picaresca y la
anécdota; el uno inspira terror y odio; el otro esa especialísima curiosidad
entremezclada con un fondo de benevolencia que tenemos, a veces, la debilidad
de sentir hacia el pícaro ingenioso que no puede hacernos un gran daño.
En
toda la demografía española, como en el resto de Europa existen muchas fabulas
cuyos protagonistas son el lobo y la raposa. El lobo hace el papel de feroz y
sanguinario, pero torpe; el zorro, la de ingenioso, sabiondo y locuaz, que
aconseja al lobo y se aprovecha de su fuerza.
El nombre de Raposa, en femenino, viene de rapaz, del latín
rapax-acis. En el idioma español las malas artes de la raposa dejaron su huella
en las palabras: raposería (astucia maligna), raposear (realizar las mismas),
zorro (disimulado, engañador), azorrarse (no dar la cara o no querer responsabilizarse),
zorra (prostituta) y otras varias.
La raposa o vulpeja ¡grandísima zorra ella! No es tan errante
como el lobo, hace su madriguera en cuevas naturales o utiliza las de otras
alimañas, como el tejón, y vagabundea por montes y alrededores de las aldeas
próximas a su encame para cometer toda clase de fechorías.
Aunque naturalmente carnívora, no desdeña, a veces, comer
frutos y miel:
Una zorra muy ratera
topó con un colmenar,
y ansiosa empezó a exclamar:
¡Ay panal, quien te cogiera!
Fabulas Ascéticas; de Fernández Cayetano, Sevilla 1864
También la raposa saquea nidos devorando huevos y polluelos.
En los corrales llega a hacer verdaderos estragos, como el lobo y otras
alimañas, mata mucho más de lo que necesita para su alimentación.
Como casi todos los animales selváticos, es de hábitos
nocturnos y en los crepúsculos no es difícil verla cruzar campos y caminos, su
voz es entre ladrido y aullido, se le llama “ladra”, “guarreo” o “tauteo”,
entre otros.
La raposa es una extraordinaria cazadora, con un oído y un
olfato desarrolladísimo, tan aptos para la caza a la carrera como para el
acecho, al rastro o al salto y si la ocasión se presenta, sabe excavar la
tierra para poner al descubierto una madriguera de conejos o de otro alimento subterráneo.
El adjetivo de “astuta” que tantas veces se le aplicó, la encaja perfectamente,
fingiéndose muerta para huir o capturar una presa, entre las mejores de sus
argucias.
La caza del zorro es variada divertida y útil para el cazador
y el vecindario.
"Mucho sabe la raposa,
ya indaga más el que la acosa"
Sí, el zorro es, sin duda, una alimaña perjudicial y maligna,
aunque algunos de los pintorescos pseudo-ecólogos a la moda salgan en su
defensa diciendo que……. "come ratones en el campo".
Un poeta asturiano hace así la rebuscada apología del raposo
con gran pompa retórica:
Nadie como él en lo burlón y artero,
ágil y audaz como la misma audacia,
bello como un satán, lleno de gracia,
cobarde, libre, y en cadenas fiero.
Cínicos ojos con fulgor de acero;
aire de una perversa aristocracia;
bella la cola, elegante y lacia,
como el blanco penacho en el guerrero.
Salta sobre la presa con sigilo,
y ante los ojos del pastor tranquilo,
se va alejando por la cuesta, sola….
Y cual hidalgo de una antigua corte,
la oreja lista y altanero el porte,
traza una reverencia con la cola.
Alfonso Camín: De las Asturias simbólicas…… pág. 85.
TRATADO DE MONTERÍA Y CAZA MENUDA