Sobre el álamo trémulo que llora
hilos de perlas cuando rompe el día,
desgrana el mirlo su canción sonora
hecha de una invisible pedrería.
Bello y astuto como no seria
ningún señor que la leyenda dora,
su canto es un mensaje de armonía
con el que acude a despertar la Aurora.
Después que esconde, sigiloso, el nido
entre la zarza que aprisiona el muro,
canta de nuevo sobre el roble erguido.
Elegante y gentil, noble y puro,
como los bardos de otra edad vestido
de riguroso terciopelo oscuro.
ALFONSO CAMÍN