Después del nefasto resultado del pasado domingo 17 tras los
conejos, y el descanso del posterior día 24 que no salimos a cazar, ya tocaba
resarcirnos y hoy así lo hemos hecho.
El día en su inicio ha sido de lluvia hasta las diez,
cambiando totalmente a partir de entonces con grandes claros, y si bien es
cierto que sobre la una nos hemos mojado algo, eso no ha impedido que las
perdices de hoy volaran como de costumbre, fuertes y rápidas, no dejando acercarse
a los perros y casi siempre levantándose fuera de tiro.
Después de los primeros vuelos, los grupos se dispersan buscando
lo más intrincado de la cobertura vegetal y es a partir de ese momento cuando
los perros las pueden parar amagadas donde menos te lo esperas.
De las cinco que he descolgado hoy, tres ha sido a muestra de
los perros, Flink extraordinario hoy, ha parado dos y ha cobrado otra por el
rastro de manera magistral ya que iba apeonando por delante levantándose muy
lejos, herida de ala no la hubiera encontrado si no es por el perro.
Atenea en su línea, anunciándome con mucha antelación la
presencia de las perdices, cobrando con boca suave y finalmente bloqueando una
cuando ya se la dejaba atrás, un remolino de viento la ha delatado y se la he matado
a placer, ya que la perra llevaba más de ciento cincuenta metros haciendo paradas
repentinas detrás de ella, hasta que por fin ha conseguido alcanzarla.
Otra también de ala, de esas que se levantan lejos y hay que
correr mucho la mano para alcanzarla con el disparo, la hemos perdido al meterse en un agujero de
los conejos.
Con cuatro patirrojas sobre las tres de la tarde y con cinco
horas en las piernas subiendo y bajando barrancos, me marcho hacia la casa con
la sensación del trabajo bien hecho a la busca de un buen taco para recuperar
fuerzas, dando por terminado este satisfactorio día tras las perdices.
Mención especial para Fernando, compañero en la
foto, que ha logrado descolgar una pareja, con su paralela del calibre 28.
Buena caza amigos, procurar disfrutar.