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lunes, 15 de enero de 2018

UNA POR BARBA

Cuando se van a cazar perdices bravas, casi siempre, se recuerda la última percha que hicimos, por ejemplo como en mi caso el último día del pasado año 2017, donde con mucha suerte pude descolgar seis.
Con esta vaga ilusión, ayer domingo me volví a juntar en la finca “Las Barrancas” con José Manuel Sanz Timon y su hijo Manuel, para tratar de cazar alguna de estas esquivas patirrojas.
Comenzamos dando una mano en la zona más baja de la finca  lindera con la orilla del rio (Tajo), con el fin de recogerlas hacia dentro, donde José Manuel consiguió abatir una, el resto de la mañana nos tuvieron de una barranca a otra con vuelos fuertes y largos, sin dejarnos acercar lo suficiente y si tirábamos alguna, siempre era levantándose lejos y fuera de tiro, pero había que intentarlo.
Sobre el medio día, llegamos a la casa donde nos esperaba la propiedad Guillermo y Jesús, degustamos un buen vino de pitarra elegido por mí para la ocasión y su correspondiente taco,  el comportamiento de las perdices centró la mayoría de los comentarios, reanudando la mano de nuevo sobre las 14,00.
El sol ya estaba alto y las perdices con su canto desaforado trataban de reunirse de nuevo, Jesús con buen criterio nos asesoró sobre la estrategia a seguir, de nuevo a Manuel le tocaba hacer de escoba barriendo la linde, José Manuel bien colocado esperaba estratégicamente el escape de las perdices y yo con Atenea y Noya por las retamas del arroyo donde cantaban.
La primera que vemos se revuela larga, Manuel no se hace con ella y a criar, las rodeamos y al entrar en el arroyo con los perros se me arranca una a tiro que descuelgo seca, Atenea se encarga del cobro, continuo y siento la escopeta de José Manuel vomitar fuego delante de mí, cazo a mal viento y esta vez parece que las perdices sí que van por delante, aunque la maraña del arroyo lleno de agujeros de los conejos puede ser el escondite perfecto para alguna de ellas que quiera quedarse despistada, no sería la primera vez que las veo esconderse en ellos, Noya se adelanta y para una entre las cañas que rodean la caseta del pozo, también se va a criar, estoy algo retirado y no puedo dispararla, continuo arroyo abajo y de repente Atenea baja la nariz y sigue un peón remontando el viento hacia atrás, la lleva, la lleva, de entre las junqueras se arranca un macho piñoneando al que hago un ovillo de un disparo certero de mi Sarasqueta del 16 al mismo tiempo que la perra ya se iba parando, una lástima que no aguantara bien la muestra y por otro lado que listas que son, como dejan que las pasemos por encima y no se mueven.
Las piernas ya notan el desgaste del día, y las perdices muy cucas lo saben, nos llevan de una ladera a otra como jugueteando con nosotros, por mucho que nos creamos muy listos, ellas siempre salen ganando, bendito instinto  de supervivencia, gracias a él podemos seguir disfrutando de días como el de hoy, porque a veces, donde el cazador cree hallar la mejor de sus ventajas, encuentra la más desconsolada de sus ilusiones.  

Viva la caza compañeros. 








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