Cuando se van a cazar perdices bravas, casi siempre, se recuerda la
última percha que hicimos, por ejemplo como en mi caso el último día del pasado
año 2017, donde con mucha suerte pude descolgar seis.
Con esta vaga ilusión, ayer domingo me volví a juntar en la finca “Las
Barrancas” con José Manuel Sanz Timon y su hijo Manuel, para tratar de cazar
alguna de estas esquivas patirrojas.
Comenzamos dando una mano en la zona más baja de la
finca lindera con la orilla del rio (Tajo), con el fin de recogerlas
hacia dentro, donde José Manuel consiguió abatir una, el resto de la mañana nos
tuvieron de una barranca a otra con vuelos fuertes y largos, sin dejarnos
acercar lo suficiente y si tirábamos alguna, siempre era levantándose lejos y
fuera de tiro, pero había que intentarlo.
Sobre el medio día, llegamos a la casa donde nos esperaba la propiedad
Guillermo y Jesús, degustamos un buen vino de pitarra elegido por mí para la
ocasión y su correspondiente taco, el comportamiento de las perdices
centró la mayoría de los comentarios, reanudando la mano de nuevo sobre las
14,00.
El sol ya estaba alto y las perdices con su canto desaforado trataban de
reunirse de nuevo, Jesús con buen criterio nos asesoró sobre la estrategia a
seguir, de nuevo a Manuel le tocaba hacer de escoba barriendo la linde, José
Manuel bien colocado esperaba estratégicamente el escape de las perdices y yo
con Atenea y Noya por las retamas del arroyo donde cantaban.
La primera que vemos se revuela larga, Manuel no se hace con ella y a
criar, las rodeamos y al entrar en el arroyo con los perros se me arranca una a
tiro que descuelgo seca, Atenea se encarga del cobro, continuo y siento la
escopeta de José Manuel vomitar fuego delante de mí, cazo a mal viento y esta
vez parece que las perdices sí que van por delante, aunque la maraña del arroyo
lleno de agujeros de los conejos puede ser el escondite perfecto para alguna de
ellas que quiera quedarse despistada, no sería la primera vez que las veo
esconderse en ellos, Noya se adelanta y para una entre las cañas que rodean la
caseta del pozo, también se va a criar, estoy algo retirado y no puedo
dispararla, continuo arroyo abajo y de repente Atenea baja la nariz y sigue un
peón remontando el viento hacia atrás, la lleva, la lleva, de entre las
junqueras se arranca un macho piñoneando al que hago un ovillo de un disparo
certero de mi Sarasqueta del 16 al mismo tiempo que la perra ya se iba parando,
una lástima que no aguantara bien la muestra y por otro lado que listas que
son, como dejan que las pasemos por encima y no se mueven.
Las piernas ya notan el desgaste del día, y las perdices muy cucas lo
saben, nos llevan de una ladera a otra como jugueteando con nosotros, por mucho
que nos creamos muy listos, ellas siempre salen ganando, bendito instinto
de supervivencia, gracias a él podemos seguir disfrutando de días como el de
hoy, porque a veces, donde el cazador cree hallar la mejor de sus ventajas,
encuentra la más desconsolada de sus ilusiones.
Viva la caza compañeros.
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