Hoy he tenido el placer de cazar en un coto donde se protege la
perdiz brava por encima de todo, hasta el punto de cazarlas solo un par de días
al año.
Sobre las nueve de la mañana formamos la mano con cinco
escopetas, las primeras perdices no se hicieron esperar haciendo acto de
presencia nada más entrar en el cazadero con vuelos fuertes y rápidos, un buen principio
para lo que parecía ser un gran día.
La densidad es espectacular y el comportamiento de huida a la
hora de realizar la búsqueda es verdaderamente extraordinario, no se dejan acercar, salen como meteoros y tratar de alcanzarlas redoblando esfuerzos en su persecución se convierte en un auténtico martirio para las piernas.
Apoyadas en la orografía del terreno, provisto de fuertes
laderas flanqueadas por profundos barrancos poblados de encinas y chaparras,
nos han tenido toda la mañana en jaque con sus vuelos de collado en collado,
siempre buscando las zonas más altas, desde donde dominaban visualmente nuestros
acercamientos para salir de nuevo como cohetes en cuanto intuían nuestra cercanía.
Al final de la mañana y como se puede comprobar en algunas de
las instantáneas para el recuerdo, solo se han abatido cinco ejemplares, escasa
percha para el esfuerzo realizado, pero muy contentos por tener la oportunidad
de batirnos el cobre con estos bravos pájaros, porque la verdad sea dicha, de
estos ya casi no quedan.
Mi personal felicitación para la propiedad del acotado, animándola
a que continúe con la política conservacionista de estas aves que antaño fuero
el referente más solicitado por multitud de cazadores nacionales y foráneos en
nuestro país y que hoy, por circunstancias diversas, están al borde de la desaparición.
Muchas gracias por este estupendo día.
Saludos y que viva la caza compañeros.
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