El pasado domingo volvimos de nuevo tras las perdices, esta
vez con la dificultad añadida de una buena nevada, la verdad es que a pesar del
intenso frio a primeras horas de la mañana -2º, cuando se levantó el sol, empezó hacer calor y sobre el medio día ya nos sobraba ropa, la nieve congelada se
hizo omnipresente durante toda la jornada haciéndonos redoblar esfuerzos, tanto
a nosotros como a los perros, que nunca se encontraron cómodos en la búsqueda
sobre un duro terreno en el que las perdices se sentían muy seguras hasta el último
momento amagadas entre las chaparras copadas de nieve.
Atenea sensacional y segura en sus muestras, como de costumbre
y Lisa que ya sigue los rastros calientes, se acelera al descubrir la más mínima emanación,
hoy a encontrado una perdiz de ala que había herido otro compañero demostrando
una finura de nariz excelente, una lástima que se acabe la temporada cuando la
cachorra le está tomando la medida a la caza, habrá que esperar pacientemente hasta
el próximo otoño para verla cuajarse como dios manda.
Disfrutar de unos buenos lances con los perros tras las
perdices, es una de las cosas más bonitas de la caza, pero no la única, la reunión
temprana antes de salir al monte, el taco, o la comida con los compañeros, también
son importantes, casi más que la propia caza.
Otro día más, buena caza compañeros.
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