Entre los muchos versos
dedicados a la cacería, extraigo este casi perdido de nuestra edad aurea, nada
menos que de Lope de Vega, en el que retrata así a Peribáñez, un cazador de
perdices de la baja Edad Media:
Mas precio verle venir
en su yegua la tordilla,
la barba llena de escarcha
y de nieve la camisa,
la ballesta atravesada,
y en el arzón de la silla,
dos perdices o conejos
y el podenco de traílla.
¡Perdices con
ballesta!!!!!! Ahí quisiera ver yo a mis tan admirados amigos y excelentes
tiradores.
Hoy día, la caza de la
brava perdiz ha perdido, en gran parte, muchos de los encantos de antaño, los
tiempos cambian y con ellos las armas y sus hábitos de caza, hasta la propia
perdiz se ha visto afectada a través de las granjas de reproducción masiva, tal
vez, aquellos que son más jóvenes y desconozcan la historia y evolución de las
armas y sus municiones para la caza a través de los siglos, desde la invención
de la pólvora hasta nuestros días, no comprendan a los cazadores más veteranos
embriagados de nostalgia, como yo.
Recuerdo aquellos años
de finales de los sesenta y principio de los setenta, donde los acotados eran
una minoría frente a los terrenos libres, cuando la vaina de muchos cartuchos
aún era de cartón y se hinchaban con la humedad cuando llovía, hasta el puto de
no poderlos alojar en la recamara de la escopeta, eran años en los que todos
los pueblos tenían terrenos libres dentro de su término y nos íbamos a
cazar donde nos parecía, porque allá donde fuéramos había gran densidad de
caza.
Cuando me he puesto a escribir, no era mi intención sumergirme en tiempos pretéritos, sino más bien establecer una comparativa entre las diferentes situaciones de la caza en épocas anteriores y las de ahora; sí estaba en mi intención primaria, agradeceros la participación a todos/das los que el pasado sábado asististeis a la tirada de perdiz con verdadero entusiasmo.
¡Que si esta es tuya!!! ¡Que si esta es mía!!! ¡Que si esta es a medias!!! Las perdices, muy fuertes, volando altas y rápidas dieron un excelente juego a las escopetas, incluso en la rebusca, cuando arrancaban desde el suelo tras la muestra de los perros, salían como tiros; anécdotas a parte, la cantidad de perdices cobradas al final de la tirada, supero las expectativas con respecto a años anteriores, parece que vamos mejorando la puntería.
En definitiva, un gran
día para el recuerdo, lleno de buenos lances y camaradería como antesala de las
cervezas y la parrilla, donde la mujer de Juan, como es costumbre ya en ella,
nos deleita con unos callos que están de maravilla, eso, sin olvidarnos de los
boquerones en vinagre con los que nos obsequió el año pasado, también
riquísimos ¡Muchas gracias María por dedicarnos atentamente parte de tu
tiempo!!! ¡Pero nos estas acostumbrando mal!!! ¿Tú ya me entiendes!!!
Parafraseando ese famoso
dicho taurino que dice ¡Con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo
impide!!!! Me despido de vosotros hasta el próximo año, no sin antes, reiterarme en mi
agradecimiento para todos, yo personalmente he pasado un día extraordinario y me
consta que vosotros también.
Un fuerte abrazo y que viva la caza compañeros.