Hoy ha tocado de montería, un día señalado en el calendario
como tantos otros de la presente temporada, de los cuales ya os iré narrando
acontecimientos si procede, digo esto porque ya sabéis como anda el tema con la
dichosa pandemia del COBID 19, por lo tanto, no sé si será posible cumplir con
los objetivos marcados para los distintos días de caza, en fin, en lo que se
refiere a la caza mayor, las orgánicas nos irán dando las posibilidades de
ejecución según los futuros acontecimientos.
Piedraescrita es un pequeño pueblo situado en la misma cuerda
de los montes de Toledo, de tal forma que las aguas de sus tejados vuelcan unas
al Tajo y otras al Guadiana, posee una gran masa de pinares en sus zonas más
altas, mientras las bajas se ven pobladas de espesuras con rañas de jaras y
chaparras, los repechos son durísimos, con
desniveles muy fuertes y duros para la batida de perros y perreros.
El día, muy soleado desde primeras horas de la mañana, se
planteaba estupendo, la organización que nos ha dado un trato extraordinario,
sobre todo en los controles individuales de la pandemia, tomando la temperatura
a todos los asistentes según íbamos pasando a recoger los sobres del sorteo de
posturas. El taco, se nos ha entregado de manera individual y consistía en una
bolsa con una pequeña botella de vino y un excelente surtido de ibéricos
envasados al vacío, para degustar cuando cada uno estimara oportuno.
Ya en el campo, las primeras Grullas migratorias me sobre
vuelan al unísono con la suelta de los perros, su Gruu, Gruu, Gruu, resuena en
el cielo intensamente a pesar de su altura, las ladras se empiezan a entrelazan
con los disparos de los monteros que asistimos al evento, la cosa se empieza a
calentar por momentos con las carreras de las reses, yo no he tenido mucha
suerte, pero por lo menos he podido abatir una hembra de un certero disparo en
el codillo, la cual y a posteriori, he tenido que pistear con Atenea por el
rastro de sangre hacia el interior de la espesura hasta encontrarla.
El empuje inminente de tarde y la lejanía de la voz de los
perreros, van dando al traste con la ilusión de un buen lance con algún esquivo
macareno, habrá que esperar a otra ocasión, resignado regreso hacia el pueblo cuando
veo como toda una legión de buitres planea descendiendo desde las cumbres más
altas de la sierra, sin duda buscan los cadáveres de las reses abatidas y estos
no darán tregua, con poco que se descuiden los encargados de la recogida de los
bichos muertos, en su lugar, solo hallaran
un saco de huesos unidos al trofeo.
Buena caza para todos. Saludos.
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