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miércoles, 16 de diciembre de 2020

EL ZORRO

El zorro ha compartido con el lobo la atención de nuestras gentes populares, pero con una diferencia bien notable: la popularidad del lobo se sitúa entre el drama y la tragedia; la del zorro entre la picaresca y la anécdota; el uno inspira terror y odio; el otro esa especialísima curiosidad entremezclada con un fondo de benevolencia que tenemos, a veces, la debilidad de sentir hacia el pícaro ingenioso que no puede hacernos un gran daño. 
En toda la demografía española, como en el resto de Europa existen muchas fabulas cuyos protagonistas son el lobo y la raposa. El lobo hace el papel de feroz y sanguinario, pero torpe; el zorro, la de ingenioso, sabiondo y locuaz, que aconseja al lobo y se aprovecha de su fuerza.
El nombre de Raposa, en femenino, viene de rapaz, del latín rapax-acis. En el idioma español las malas artes de la raposa dejaron su huella en las palabras: raposería (astucia maligna), raposear (realizar las mismas), zorro (disimulado, engañador), azorrarse (no dar la cara o no querer responsabilizarse), zorra (prostituta) y otras varias.
La raposa o vulpeja ¡grandísima zorra ella! No es tan errante como el lobo, hace su madriguera en cuevas naturales o utiliza las de otras alimañas, como el tejón, y vagabundea por montes y alrededores de las aldeas próximas a su encame para cometer toda clase de fechorías.  
Aunque naturalmente carnívora, no desdeña, a veces, comer frutos y miel:

         Una zorra muy ratera
         topó con un colmenar,
         y ansiosa empezó a exclamar:
        ¡Ay panal, quien te cogiera!
              Fabulas Ascéticas; de Fernández Cayetano, Sevilla 1864


También la raposa saquea nidos devorando huevos y polluelos. En los corrales llega a hacer verdaderos estragos, como el lobo y otras alimañas, mata mucho más de lo que necesita para su alimentación.
Como casi todos los animales selváticos, es de hábitos nocturnos y en los crepúsculos no es difícil verla cruzar campos y caminos, su voz es entre ladrido y aullido, se le llama “ladra”, “guarreo” o “tauteo”, entre otros. 
La raposa es una extraordinaria cazadora, con un oído y un olfato desarrolladísimo, tan aptos para la caza a la carrera como para el acecho, al rastro o al salto y si la ocasión se presenta, sabe excavar la tierra para poner al descubierto una madriguera de conejos o de otro alimento subterráneo. El adjetivo de “astuta” que tantas veces se le aplicó, la encaja perfectamente, fingiéndose muerta para huir o capturar una presa, entre las mejores de sus argucias. 
La caza del zorro es variada divertida y útil para el cazador y el vecindario.

          "Mucho sabe la raposa, 
           ya indaga más el que la acosa"

Sí, el zorro es, sin duda, una alimaña perjudicial y maligna, aunque algunos de los pintorescos pseudo-ecólogos a la moda salgan en su defensa diciendo que……. "come ratones en el campo".
Un poeta asturiano hace así la rebuscada apología del raposo con gran pompa retórica:

                               
     Nadie como él en lo burlón y artero,

      ágil y audaz como la misma audacia,

      bello como un satán, lleno de gracia,

      cobarde, libre, y en cadenas fiero.


      Cínicos ojos con fulgor de acero;

      aire de una perversa aristocracia;

      bella la cola, elegante y lacia,

      como el blanco penacho en el guerrero.


      Salta sobre la presa con sigilo,

      y ante los ojos del pastor tranquilo,

      se va alejando por la cuesta, sola….

      Y cual hidalgo de una antigua corte,

      la oreja lista y altanero el porte,

      traza una reverencia con la cola.

        Alfonso Camín: De las Asturias simbólicas…… pág.  85.

        TRATADO DE MONTERÍA Y CAZA MENUDA











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